257- Edad mental y edad emocional

Ago 12, 2025

Edad emocional y edad mental no son lo mismo.

El hombre está estructurado en cuerpo, mente y… o alma… o conciencia finita según diferentes creencias.
Se nos enseña, como hecho probado científicamente, que «todo es energía» y que «La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma»
A esta Energía eterna le otorgamos diferentes nombres: El Creador, Dios, El Todo, Energía consciente, Ala… o aceptando la Energia, que es un hecho científico… no se acepta que nosotros seamos eternos. Parece una incongruencia.
 
Esta Energía, la ciencia reconoce que: es eterna, incognoscible, no sujeta a cambio, está en todas partes, es el origen de todo lo creado y se manifiesta vibrando a diferentes frecuencias.
Negar nuestra inmortalidad es un absurdo de la mente humana, que si es perecedera…y por ello le es imposible comprender lo imperecedero.
La frecuencia más alta es La Energía pura.
A medida que se modula bajando su frecuencia, evidentemente sin perder su esencia, va manifestando diferentes propiedades, que dan lugar a todo lo que conocemos.
 
Vamos a centrarnos en el hombre.
Por encima y por debajo hay múltiples frecuencias que en su mayoría desconocemos.
El cuerpo es la frecuencia más baja y forma parte del llamado mundo físico o tangible.
La mente… que no cerebro, es una frecuencia más elevada, que ya no forma parte del mundo físico. Podemos medir las frecuencias que emite, pero no son parte del mundo físico. El cerebro si, pero la mente no. A nuestro entender el cuerpo no tiene la capacidad de pensar… la mente si. Al ser de mayor rango, la mente controla el cuerpo.
Pero los humanos tenemos una capacidad mayor que la de pensar… los humanos sentimos.
Probablemente en mayor o menor grado, todo lo creado, también… no deja de ser todo la misma única Energía manifestándose a diferentes frecuencias.
A esta capacidad de sentir le podemos llamar bien conciencia finita, pues se termina algunos al morir… o alma o conciencia eterna, porque prevalece.
La primera desparece al morir el cuerpo, la segunda permanece individualizada por siempre dentro de la Energía eterna.
 
El alma y la conciencia finita.
Los creyentes creen en la inmortalidad del alma.
Se saben parte de La Energía creadora, que ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Los no creyentes creen en la conciencia perecedera… que evidentemente existe, porque pensamos y sentimos… pero se extingue al morir el cuerpo.
La conciencia perecedera, si nos anestesian, deja de funcionar, desaparece momentáneamente, no almacena información ni siente.
 
Desde tiempos muy antiguos… y hoy avalado por muchos casos clínicos, perfectamente documentados, se nos habla de algo a lo algunos le denominan supra conciencia y otros alma, que no se ve afectada por la anestesia… al contrario… se amplifica.
Quienes lo experimentan son capaces de dar todos los detalles de lo ocurrido mientras estaban anestesiados. No solo relatan fielmente lo ocurrido en toda la sala de operaciones, porque no están limitados a su cuerpo… sino que son capaces de relatar lo que ocurre incluso a mucha distancia de esta sala. con una percepción de los hechos mucho más ampliada.
Algunos relatan experiencias más allá del plano físico, nos relatan encuentros con seres queridos ya fallecidos, en este mundo físico…nos hablan de un sentimiento inmenso de amor y paz… y cambian mental y emocionalmente.
Algo incomprensible e imposible para la mente que alberga la conciencia perecedera.
 
El alma es capaz de sentir amor, por ejemplo, la conciencia racional no necesariamente.
La conciencia perecedera puede concluir que una relación o situación le es más o menos ventajosa, sin implicarse emocionalmente.
Se centra solo en si misma.
No es que sea incapaz de sentir… es que por su concepción mental, se niega a si misma la posibilidad de que la causa de sentir sea algo más allá de la combinaciones electroquímicas y físicas del cuerpo.
El ego, la individualidad, bloquea a nivel consciente la comunicación de alma a alma, solo se puede comunicar de mente a mente.
La inteligencia, fruto de la mente, se rige prioritariamente por su propio bien y a corto plazo.
La sabiduría, fruto del alma o supra conciencia, se rige por el bien común e independientemente del plazo.
La inteligencia es egoista y la sabiduría es generosa.
 
Vamos a fijar nuestra atención en la edad mental y en a la edad emocional.
Algo, que si prestamos atención, lo veremos manifestado en cada uno de nosotros.
A medida que vamos creciendo, vamos acumulando experiencias que nuestra mente registra… y de las que extrae conclusiones.
Las experiencias pueden ser meramente físicas o también emocionales.
La mente extrae conclusiones objetivas. Frio, calor, hambre, dolor… y busca mecanismos para solucionarlo.
 
Pero también sentimos desamparo, soledad, crueldad, amor, ternura, generosidad…
Porque sentir, es evidente que en mayor o menor grado sentimos todos.
Por sentir no me refiero a que si me corto un dedo me duele.
Me refiero a que si me corto el dedo… además del dolor físico, siento dolor emocional.
Las consecuencias de la herida, el porque de la herida, puedo buscar culpables…
El dolor físico va acompañado en mayor o menor grado de dolor emocional.
El dolor emocional no tiene porque ir acompañado del dolor físico… es una frecuencia mucho más elevada, que no podemos focalizar en un punto concreto del cuerpo.
 
La mente recopila información a traves de sus órganos sensoriales, internos y externos, la procesa y extrae conclusiones.
 
El dolor por la perdida de un ser querido, una decepción, la gratitud, la solidaridad, el amor incondicional, la ternura… no se conoce órgano del cuerpo que los provoque… pero si que reaccione a ellos.
No los siente la mente… los siente el alma.
La edad mental es el cúmulo de experiencias y sus conclusiones. A medida que avanzamos en edad, las vamos acumulando.
La edad emocional es el cúmulo de experiencias y sus conclusiones… más los sentimientos y la empatia por el dolor y la alegria ajenos y propios. A medida que vamos avanzando en edad, vamos aumentamos la conciencia… o madurez del alma. Somos capaces de comprender más allá del hecho concreto… analizamos las causas, las consecuencias que conlleva y lo más importante, como nos sentimos.. Nuestra visión de los hechos es mucho más completa.
 
 
Desde la más tierna infancia, etapa de máxima vulnerabilidad y dependencia, reaccionamos a los estímulos de la mente… frio, calor, hambre, incomodidad general, dolor…
 
También desde la más tierna infancia reaccionamos a los estímulos emocionales… soledad, ambiente hostil, falta de afectividad, o de cariño, o de seguridad…
 
De la misma manera, por ejemplo, que la falta de comida nos producirá complicaciones en nuestro desarrollo físico…, la falta de cariño y seguridad, por ejemplo, también nos provocará complicaciones en nuestro desarrollo emocional.
 
La desnutrición provocará diferentes patologías… pero el cuerpo y la mente continuaran desarrollándose. Con los mecanismos de regulación que tenemos todos incorporados, pues nuestro cuerpo tiene una gran capacidad de auto regeneración ante estas carencias, si no son extremas… nuestra edad mental, transcurrirá aparejada a nuestro tiempo de vida.
Si la carencia es emocional, es el alma la que ha recibido la herida, no el cuerpo.
Los mecanismos de regulación son diferentes, tienden a manifestar el dolor con ira, depresión, frustración, insensibilidad… pero sin ser conscientes de que los ha provocado, porque el dolor sufrido es demasiado intenso para ser contrarrestado.
Por ejemplo ante la falta de cariño de los primeros cuidadores… la mente reacciona para protegerse, negándose la necesidad de este afecto.
Si se niega la carencia, si se dice que no le importa… el dolor dejara de sentirse.
Se auto engaña. El dolor se siente, pero no se reconoce.
Se despertaran sentimientos de ira, depresión, frustración, insensibilidad consciente al dolor.
Y siendo ya un adulto mental se quedará estancado en el momento de la carencia, a nivel emocional.
Se comportara como un niño en el cuerpo de un adulto.
 
Puede darse el caso de un adulto que haya alcanzado una edad mental de 70 años… y se haya estancado en una edad emocional de cinco, por ejemplo.
Será un humano completamente funcional en muchos aspectos.
Pero su edad emocional, al estancarse en una edad temprana, por la carencia afectiva, le hará actuar emocionalmente como una persona inmadura, con un ego no controlado y sin empatia. Egoista, caprichosa y tendiente a las rabietas.
A medida que crecemos, aprendemos a entender y controlar nuestras emociones y a tener en cuenta las ajenas.
Vamos tomando conciencia de las carencias y traumas que arrastramos… y podemos sanarlos.
Pero, si sufrimos un trauma grande en nuestra infancia, que por nuestra edad no podemos comprender y razonar, es posible que para protegernos del dolor, bloqueemos nuestra edad emocional indefinidamente.
Cuando esto ocurre, al no haber podido superar el trauma, sentiremos vacío existencial.
Sentiremos la falta de la riqueza y comprensión emocional, sentiremos soledad.
La mente ha bloqueado la manifestación consciente del alma.
Seremos incapaces de relacionarnos alma con alma, solo nos relacionaremos a nivel mental.
La mente se separa y el alma se une.
Nos centraremos en el yo, sin tener en cuenta las consecuencias en nuestro entorno. Porque tenerlo en cuenta nos duele demasiado.
Intentaremos llenar este vacío, envidiaremos a quienes no lo sienten y nuestra insatisfacción y frustración serán permanentes. Nos centraremos en estímulos externos, para anestesiar nuestra conciencia.
 
Una persona madura es la que posee una edad mental y emocional acordes… o con pocas diferencias.
Que deficiencias emocionales las hemos experimentado todos.
 
Cuando hemos alcanzado una cierta edad… y hemos logrado armonizar las dos edades, ocurre un hecho muy curioso.
El cuerpo y la mente se van deteriorando por el paso del tiempo… el espejo y nuestro cuerpo lo evidencian.
Pero el alma no.
Es más, dejamos de identificarnos con nuestra edad temporal. Sencillamente somos, porque no podemos adjudicarnos un numero, esto nos limitaria.
Quienes no creen en la sobrevivencia del alma pero experimentan este fenómeno, tendrían que poder darse cuenta de la incongruencia.
Una vez comprendemos, el dolor se desvanece, las heridas sanan.
Trascendemos el miedo a la muerte.
Dejamos de razonar y sentir con la conciencia finita y razonamos y sentimos con el alma infinita.
Somos cuerpo, mente y alma.
Míralo como el coche… parte física y eléctrica y el conductor.
Nuestro cuerpo y mente son perecederos… nosotros somos eternos.
Nuestro cuerpo y mente se reciclan, nosotros permanecemos.
 
 
Cuanta mas disfunción entre la edad mental y la edad emocional, mas miedo, ira, confusión y egoísmo.
Quienes viven centrados en la mente, son incapaces de ser conscientes de su deficiencia emocional.
La sienten… pero se la niegan.
El Amor es el sentimiento con la frecuencia de vibración más alta.
Sentir amor es sentirnos plenos.
 
Te agradeceré comentes y compartas mis reflexiones, juntos aprendemos.
Muchas gracias por tu atención.
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