Es muy conocida la frase » a la Vida no se le pueden hacer trampas»
Y es bien cierto.
Podemos intentarlo cuanto queramos, nunca lo conseguiremos.
En el libro » el caballero de la armadura oxidada» de Robert Fisher hay un capítulo que lo explica muy bien.
El caballero accede al primer castillo que encuentra en su camino de búsqueda , allí se encuentra a su rey.
El caballero se sorprende, lo tiene por una persona serena y sabía.
Libre de las incertidumbres y zozobras que lo embargan a él.
Le comenta su extrañeza.
El rey le dice que, de cuando en cuando, para permanecer en este estado y no perderse, viaja hasta este castillo.
El mundo esta lleno de espejismos, que pueden desviarnos de nuestro camino, le dice.
Es bueno ir refrescando los conocimientos adquiridos.
Después de un tiempo de conversación, el rey se levanta y se prepara para regresar a su reino.
El caballero muy extrañado le pregunta que por donde piensa salir, por más que el ha buscado una salida, no la ha encontrado.
Entonces el rey le explica que cuando es el momento oportuno, cuando el conocimiento que guarda el castillo es aprendido, aparece una puerta de salida.
El caballero se levanta dispuesto a seguirlo.
El rey lo para y le dice que las puertas solo pueden ser vistas individualmente y no pueden ser compartidas, él tendrá que esperar a que se haga visible la suya… y seguidamente se desvanece.
Puede parecer una ficción esto de las puertas que aparecen y desaparecen, pero no lo es.
La Vida coloca puertas a lo largo de todo nuestro recorrido, solo se nos muestran cuando alcanzamos el grado necesario de conocimiento, es entonces cuando podemos verlas y cruzarlas.
Nosotros los humanos percibimos con nuestros sentidos siete colores, sabemos que hay más, pero no los vemos.
Lo mismo nos pasa con los sonidos, el olfato, el gusto y el tacto.
Y también nos ocurre con el conocimiento.
Cada vez que lo aumentamos se nos hace visible una realidad que no veíamos.
Esta realidad siempre estuvo presente, pero no éramos capaces de verla.
No podemos compartir nuestro conocimiento con quien aún no ha alcanzado el nivel suficiente. Por más explicaciones que se le den, es incapaz de comprenderlo.
A un niño que comienza su aprendizaje, por mas paciencia, cariño y tesón que se le ponga, no podremos lograr que comprenda el conocimiento que ya ha adquirido un catedrático de física quántica.
Aprendemos primero los números, después las sumas, luego las restas, las multiplicaciones y demás conceptos matemáticos… saltarnos un paso seria dejarnos varados en lo último asimilado.
La Vida nos mantiene en el nivel de nuestro conocimiento actual y nos proporciona experiencias que nos guían hasta el siguiente, pero no nos deja cruzar hasta asegurarse de que hemos comprendido y asimilado perfectamente este nivel.
Todos acabamos comprendiendo, no hay limite de tiempo. No hay castigos.
El niño, con el tiempo, adquirirá todo el conocimiento.
Seria bueno tenerlo siempre presente y no burlarse o creernos superiores a quienes consideramos por debajo nuestro.
Todos avanzamos a nuestro ritmo. No es una competición.
El apocalipsis nos habla de la segunda venida del Mesías.
Se nos dice que un resplandor será visible de parte a parte del planeta, anunciando su llegada.
A este fenómeno se le denomina parusia.
Se nos dice que quien esté en su casa permanezca en ella… y que quien se encuentre en la calle se quede allí.
Es irrelevante el lugar físico que ocupemos, importa el nivel de conocimiento emocional, la frecuencia en la que vibramos.
Nos dice que de dos hombres cultivando un campos, uno permanecerá en el lugar y el otro desaparecerá.
Que a dos mujeres trabajando juntas en la misma casa, les ocurrirá lo mismo.
Hoy, podemos comprender el fenómeno como un hecho natural físico, es la manifestación del cambio de vibración.
Los aviones, cuando alcanzan una determinada velocidad, rompen la barrera del sonido.
Es un estruendo que precede al silencio.
Cuando la Tierra alcance una determinada frecuencia de vibración, se producirá un destello que recorrerá todo el planeta… quienes vibran en armonía con esta nueva frecuencia pasarán ha ser invisibles para los que no la han alcanzado… y viceversa.
Todos viviremos en la realidad adecuada a nuestra frecuencia.
A mayor frecuencia más luz, más armonía, más conocimiento… más amor.
Se le preguntó a Jesús cuando ocurriría este hecho.
El respondió que ni los ángeles del cielo conocían ni el día ni la hora.
Solo teníamos que estar atentos a las señales que nos irían indicando que este momento se acerca.
Cuando el caos, la falta de valores, los falsos profetas, muchas calamidades y una percepción de que el tiempo se acelera, el día estará cerca.
Los discípulos creían que se refería al fin de los tiempos, Jesús les corrigió y les dijo que era el fin de una humanidad y el nacimiento de una nueva.
Un avance evolutivo, como otros ha habido.
A la Vida no se le pueden hacer trampas.
Nos va enseñando a aumentar nuestra vibración en la medida que vamos estando preparados para ello.
Sin prisas, sin privilegios y sin excepciones… y con todo el cuidado, la Vida nos va enseñando.
Estamos en muy buenas manos.
No podemos forzar aumentar o disminuir nuestra vibración.
Solo con comprensión la cambiamos.
No, a la Vida no se le pueden hacer trampas.
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