Dormí y creí que la vida era solo alegría
Desperté y descubrí que la vida era deber
Cumplí mi deber y descubrí que la vida era alegría
Hay dos tipos de trabajo.
El primero es el que la gente hace sólo por deber y para ganarse el pan de cada día. En ese caso, las personas sólo venden su tiempo, sin entender que jamás podrán volver a comprarlo. Se pasan la vida entera soñando con el día en que podrán por fin descansar. Cuando ese día llega, ya están demasiado viejos para disfrutar de todo lo que la vida les puede ofrecer. Esas personas jamás asumen la responsabilidad de sus actos -No tengo elección-dicen.
Pero está el segundo tipo de trabajo. Aquel que la gente también acepta para ganarse el pan de cada día, pero en el que procuran ocupar cada minuto con dedicación y amor a los demás. A ese segundo trabajo lo llamamos Ofrenda. Porque puede haber dos personas que cocinan la misma comida y usan exactamente los mismos ingredientes, pero una de ellas puso Amor en lo que hacia, mientras que la otra sólo intentaba alimentarse. El resultado será completamente diferente, aunque el amor no se pueda ver ni pesar en una balanza.
La persona que hace la ofrenda siempre recibe una recompensa. Cuanto más comparte su afecto, más se multiplica su afecto. La Ofrenda es una oración sin palabras. Y como toda oración exige disciplina. Pero la disciplina no es esclavitud, sino una elección.
No vale de nada decir-La suerte ha sido injusta conmigo. Mientras algunos recorren el camino del sueño, yo estoy aquí haciendo mi trabajo y ganando mi sustento.
La suerte no es injusta con nadie. Todos nosotros somos libres para amar o detestar lo que hacemos.
Cuando amamos, encontramos en nuestra actividad diaria la misma alegría que aquellos que un día partieron en busca de sus sueños. Nadie puede conocer la importancia y la grandeza de lo que hace. En eso reside el misterio y la belleza de la Ofrenda:es la misión que se nos ha confiado, hay que confiar en ella.
El labrador puede plantar, pero no puede decirle al sol: Brilla con más fuerza esta mañana. No puede decirles a las nubes: Haced que llueva hoy por la tarde.
Tiene que hacer lo necesario: arar el campo, poner las semillas y aprender el don de la paciencia por medio de la contemplación.
Tendrá momentos de desesperación cuando vea su cosecha perdida y creerá que su trabajo fue en vano- También aquel que partió en busca de sus sueños pasa por momentos en los que se arrepiente de su elección, y todo lo que desea es volver y encontrar un trabajo que le permita vivir
Pero, al día siguiente, el corazón de cada trabajador o de cada aventurero sentirá más euforia y confianza. Ambos verán los frutos de la Ofrenda y se alegrarán. El poeta morirá de hambre si no existe el pastor. El pastor morirá de tristeza si no puede cantar los versos del poeta. A través de la Ofrenda, permites que los demás puedan amarte. Y aprendes a amar a los demás a través de lo que te ofrecen.
El manuscrito encontrado en Acra- Paulo Cohelo