En situaciones limite de las que no podemos excluirnos nuestro cuerpo/mente ha de enfrentar el impulso de luchar, rendirse o salir corriendo.
Cuando luchamos, lo hacemos con la esperanza de vencer, de revertir la situación… pero hay veces que en su trascurso sentimos que la batalla está perdida. Nuestra moral se viene abajo.
El impulso de alejarnos es grande. Alejarnos del peligro y evitar los daños antes de que sean demasiados y demasiado tarde.
Más si hemos presentado batalla, hemos recibido muchas heridas, son muy dolorosas y nos van derrotando inexorablemente.
Es instintivo buscar una ruta de escape.
Curiosamente cuando nos invade el miedo ante un peligro inminente, otra actitud común es actuar como el avestruz.
Creo que este animal representa en nuestras vidas a los anestésicos ante el terror, al dolor inevitable, que no podemos soportar… son las adicciones. Algo a lo que aferrarse cuando nos desmoronamos.
Entierro mi cabeza en un hoyo ( como, fumo, bebo, compro, me drogo, sexo, poder, experiencias adormecedoras varias….) y me niego a enfrentar el problema. Que no ha desaparecido y acaba devorándome. Supongo que aún sin ver al enemigo se continua sintiendo miedo. Pero soy incapaz de nada más, las circunstancias me han sobrepasado. Reacciono como puedo.
Todos los problemas que enfrentamos son, en última instancia, emocionales y muchos implican a otras personas, que nos hacen de espejo para poder tomar conciencia de nuestras vulnerabilidades.
El dolor de vernos y ver sufrir, a nosotros y a nuestros seres queridos, por sufrimientos en los que, quizás, hasta nosotros hayamos provocado más o menos conscientemente, cuando fruto de la ignorancia fueron y fuimos dañados … nos rompe el alma, nos deja sin fuerzas y nos abruma de impotencia.
Salir huyendo es lo que pide el cuerpo (lo de presentar batalla es más por convicción o ira).
Intentamos evitar las situaciones que pueden provocarnos daños.
Salir huyendo no es de cobardes. Es puro desespero e instinto de sobrevivencia. Somos humanos y el dolor emocional, que es el más fuerte que podemos sentir, nos sobrepasa.
Cuando, fruto de sucumbir al impulso del pánico, nos damos por vencidos… y podemos escaparnos… toca enfrentar como nos sentiremos una vez nos hayamos alejado del peligro.
Lo más común es darnos razones que nos alivien del sentimiento de vergüenza por perder, o por rendirnos o por dejar el dolor atrás, a cualquier precio.
Si lo conseguiremos o no esta por ver.
Si luchamos, si nos plantamos y enfrentamos el peligro…pero nos vencen, podemos reaccionar con desespero, impotencia, resignación, dolor, vergüenza… a veces rabia y y deseo de destruir a quien culpamos ( podemos ser nosotros mismos)… y ojalá, al final, aceptación y serenidad porque lo intentamos.
La Vida enseña y sus lecciones son progresivas. Primero te enseña los números, después te enseña a sumar, restar, multiplicar… ninguna es fácil. Cuando ya crees que algo esta asumido, te planta delante una prueba general para comprobarlo.
Llega un día que, ante una situación límite, ya has aprendido que huir no sirve de nada. Que allá donde vayas el problema emocional viaja contigo. Da igual ha donde vayas… llevarás contigo la culpa, la vergüenza, la rabia, la cobardía…
Que enfrentarlo, buscando nuevas estrategias… (una puede ser tomar distancia sin abandonar el campo de batalla) o continuar enfrentando mientras el cuerpo aguante, son las únicas opciones validas. Lo has aprendido, pero ¿ lo tienes asumido? Ten por seguro que la Vida te ira poniendo pruebas para que, como sumar o recitar los números, sea un acto reflejo.
En las situaciones de maltrato, claro que tenemos que alejarnos del agresor… pero no huir vencidos. Nos llevaríamos el miedo a cuestas.
Tengo el honor de conocer a personas, que ante estas pruebas de la Vida, allí están, aguantando.
Muchas veces luchan sin esperanza… pero no se rinden. Algunas hasta logran, no saben bien cómo, revertir las situaciones… o mejorarlas.
Todas son Grandes Personas. Humildes, compasivas y generosas… y luchan con más ahínco si cabe, no por ellas mismas sino por sus seres queridos.
El dolor propio les hace ser empáticos con el ajeno.
Se que en algún momento se dijeron que no era justo, que porqué ellos … ahora solo resisten, porque eligen resistir, porque lo de salir huyendo ya no es una opción que contemplen. No abandonarán el campo de batalla, aun pudiendo… porque eso significa abandonar a quienes aman y están desvalidos.
Lo de buscar y castigar a los supuestos culpables, es un absurdo… y un desgaste de energía que, saben, no les beneficia en nada… más bien empeora su situación.
Todo lo que vivimos son partes de las lecciones de la Vida, culpar a quienes nos ayudan a aprender es absurdo.
Estas personas son mis referentes cuando la Vida me pone a prueba, ellas me transmiten coraje con su ejemplo.
Al final… la gran lección de la Vida es: aprender a amarnos y amar, a respetarnos y respetar.
Nuestras armas en este aprendizaje son: tiempo, paciencia y amor.
Gracias a estos grupos (de conocidos y anónimo seres maravillosos) el mundo es un lugar mejor.
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